EN POLÍTICA HAY QUE TRAGARSE SAPOS ..Y PANQUEQUES


Serán los presidentes de la pandemia. ¿Así se los recordará? Serán también los gobernadores y los intendentes de la pandemia. Los dirigentes con cargos ejecutivos que debieron enfrentar un contexto inédito para la humanidad en cada uno de sus pueblos y ciudades. En sus naciones ricas, pobres, desarrolladas, subdesarrolladas, empobrecidas o endeudadas.


En la Argentina este 2021 toca llevar a cabo una elección legislativa de medio término que puede ser trascendental hacia las presidenciales 2023. En virtud de las complicaciones múltiples que se le presentaron al gobierno de Alberto Fernández. La coalición denominada Frente De Todos (FDT) le permitió al peronismo volver al poder y birlarle un segundo periodo al primer gobierno de derecha nacido una elección democrática y con actores principales representantes del establishment. Es decir, ni tecnócratas ni gerentes sino CEOs y dueños de empresas o Holdings.


 Ahora llegará el momento del punteo de las listas y el despliegue de recursos discursivos para sostener una gestión nacional que ha tenido que lidiar con sus propios demonios.

El otrora CAMBIEMOS transformado en Juntos por el Cambio dirime entre halcones y palomas que pugnan por una pole position de cara a 2023. Larreta, Vidal, Bullrich y Lousteau miden fuerzas frente al fantasma del segundo tiempo de Mauricio, que es Macri (como dijo alguna vez Néstor Kirchner intentando alertar a los ciudadanos de a pie del peligro MAMERTO, en el horizonte político argentino).

Si Larreta fuera otro cuerpo diríamos que el jefe de gobierno porteño tendría que llegar al 2023 sin despeinarse y con una estructura que desaliente las opciones de macristas duros. Para ello bastaría con que le diera a la UCR bonaerense un papel más digno en el armado y el cultivo de un vínculo cálido y pragmático con los gobernadores de todos los colores partidarios, poniendo énfasis en el eje CABA-CÓRDOBA-CORRIENTES. Pero es política y es Argentina; el país de las oportunidades y los oportunistas.

Cada espacio político con sus miserias. Sea por la consigna de ponerle el cascabel al gato que hiciera Patricia Bullrich contra Macri en un debate por la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Sea por la promesa de barrer a los ñoquis de La Cámpora que eternizara Sergio Massa en su campaña 2015. 

Al FDT y su núcleo de peronismo y kirchnerismo le cabrá el desafío de fortalecer la unidad hasta duela. Tragando sapos y también panqueques, pero sin perder el rumbo y objetivo original con el que llegó en diciembre de 2019. Puede que haya obtenido logros pero casi siempre suenan más fuertes los tropiezos si la economía de bolsillo no anda muy bien.





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